Aquí te contamos todo lo que debes saber ahorrar en consumo y ganar en confort sin estropear la decoración de tu hogar. Es el momento adecuado para analizar si tu casa está preparada para el frío. Actualizar tu sistema de calefacción no solo es cambiar los radiadores, sino que acondicionar la casa para que pierda menos energía. Así, luego puedes elegir generadores y emisores más eficientes.
En invierno, suele pasar que por más que subas el termostato de la calefacción, nunca acaba de calentar el ambiente. Para compensar las pérdidas térmicas, no nos queda más remedio que hacer funcionar el sistema al máximo, con lo que se gasta más energía. El resultado: facturas altísimas sin conseguir realmente una temperatura confortable.
El problema radica tanto en el sistema como en la casa. Para que el sistema de calefacción rinda el cálculo tiene que contemplar un balance térmico de la vivienda.
Puede haber pérdidas a través de muros que dan al exterior o a ambientes contiguos, o por filtraciones de aire, por ventanas, por cajetines de persianas, por marcos de puertas… Aunque también puede haber ganancias debidas a cargas internas o al sol. La diferencia entre las ganancias y las pérdidas térmicas dará un valor con el cual se puede establecer la carga térmica en kilocalorías que hay que incorporar en la casa, para alcanzar la temperatura deseada.
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Si vas a mudarte, antes de comprar o alquilar, controla la Certificación Energética de la casa. Te da una idea de lo que la vivienda gasta en energía. En este certificado se analizan materiales, aislamiento e instalaciones técnicas y se determinan las emisiones de CO2 emitidas, para cubrir la demanda energética que necesita la vivienda, en base a su superficie. Así, se establece, una escala que va desde la letra A, la puntuación más eficiente, a la G, la menos.
Por ejemplo, a partir del 2006, los edificios construidos cumpliendo los requisitos básicos del Código Técnico de la Edificación, tienen asignada, como mínimo la letra D, que supone un ahorro medio del 25% con respecto a los edificios construidos en décadas anteriores. Por otro lado, si vas a hacer una reforma integral, te conviene invertir en mejorar la letra asignada a tu casa, ya que también puedes tener beneficios fiscales, por ejemplo en el pago del IBI.
Cambiando ventanas, incorporando aislamientos y apostando por sistemas e instalaciones de alto rendimiento y eficiencia energética, el incremento en el presupuesto de reforma puede suponer un 10% más. Sin embargo, las mejoras repercutirán en un ahorro al año en energía de, como mínimo, el 30%.
Ceñirse exclusivamente a la potencia calorífica, que se calcula en base a los metros cuadrados o metros cúbicos del espacio, no es suficiente. De lo que se deduce que, antes de sustituir tu sistema de calefacción por otro más potente, debes preparar la casa para que pierda menos energía: aísla o refuerza el aislamiento de cubiertas y muros, elimina puentes térmicos, aísla suelos, techos y medianeras e invierte también en ventanas con rotura de puente térmico o en perfilerías no conductoras, como la madera y el PVC, así como en vidrios de baja emisividad.
Además, refuerza el aislamiento con persianas enrollables o contraventanas exteriores. Estas medidas tendrán que hacerse en función del clima del lugar, la orientación y la calidad constructiva de la vivienda.
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Para ahorrar en calefacción debes empezar, por ejemplo, ajustando la temperatura de la casa. En invierno, deja el termostato a 20ºC, y por la noche puede bajar hasta 18ºC. Por cada grado que subas el gasto se incrementará en un 7%.
El siguiente paso será revisar el sistema para mejorar su rendimiento, eficiencia, o para hacer cambios. Por ejemplo, sustituye la caldera convencional, por un generador más eficiente e incluye válvulas termostáticas en los radiadores, muy útil para no desperdiciar energía en habitaciones que no se usan.
Si estás todo el día fuera, convendrá que además sean programables y con la posibilidad de controlarlos vía wifi y, si se puede, relaciona estos dispositivos con la temperatura exterior, de modo que el gasto se ajusta todavía más.
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Calderas eficientes. Si se elige un generador eficiente se reduce considerablemente el consumo de energía. En esta línea están las calderas de condensación, las de biomasa y las bombas de calor aire-agua, los tres sistemas más factibles de instalar en todo tipo de viviendas.
La diferencia está en que la energía que antes se desperdiciaba en los humos, en la caldera de condensación se recupera para calentar el agua de retorno, haciendo condensar el humo antes de ser expulsado. Además, haciendo funcionar el sistema a baja temperatura, la caldera no se para, favoreciendo la condensación, y aumentando por tanto, su rendimiento.
Las calderas con micro acumulación y radio-control y termostato programable modulante con función de estación meteorológica, que indica la fecha, la hora y la temperatura interior y exterior, son lo más avanzado en este tipo de instalaciones. Los ahorros en gas pueden llegar al 30%.
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Mantenimiento de los radiadores. Para empezar, hay que limpiarlos y purgarlos una vez al año. Luego, conviene dejarlos vistos, sin ningún tipo de decoración superpuesta. Tienen que estar ubicados en puntos de la habitación que ayuden a compensar las pérdidas, por eso se suelen colocar debajo de las ventanas y en fachadas que dan al exterior, pero también conviene distribuir equidistantemente la ubicación de los emisores. No los instales a ciegas los puedes combinar con la ubicación de muebles o zonas de uso prioritarias.
En el caso de ventanas, el largo del radiador debe cubrir el ancho de la ventana. Si tienes ventanales que llegan hasta el suelo, puedes optar por modelos compactos de poca altura y de alto rendimiento. Cuando hay techos altos o dispones de lienzos de pared estrechos, busca soluciones verticales; estrechas pero altas.
Otro paso imprescindible es la sustitución de las válvulas manuales por válvulas termostáticas. Esto te permitirá ajustar la emisión de calor de acuerdo a las variables de cada ambiente en particular y de una forma automática. Por un poco más de dinero, es conveniente que instales válvulas electrónicas, cuyo control es más preciso.
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Radiadores que trabajan a baja temperatura. Para ajustar el consumo de un sistema de radiadores por agua, se puede bajar la temperatura de trabajo. De esta forma, se disminuye la diferencia entre la temperatura de salida del radiador y el ambiente, lo que se denomina salto térmico. Así, se pueden conseguir mayores ahorros si mantenemos los radiadores tibios, con una temperatura más baja, ya que el pico más elevado y rápido, solo se necesita cuando la casa está fría.
Es mejor comprar los que ya están preparados para funcionar con temperaturas de trabajo bajas y que cuentan en su interior con intercambiadores de calor. Son radiadores de alto rendimiento que se caracterizan por un reducido volumen de agua interno. Tienen mínima masa y gran superficie de intercambio, lo que facilita una reacción rápida en el arranque y en el apagado.
El generador perfecto para este tipo de radiadores, puede ser una caldera de condensación, una de biomasa (las de pellets) o las bombas de calor aire-agua. Con el conjunto de caldera de condensación y radiadores de baja temperatura conseguirías un ahorro del orden del 40%. Pero la instalación tendrá que ir acompañada de un escrupuloso estudio de la distribución y caudales de agua.
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Suelo radiante por agua. Este sistema es el más eficiente, ya que el ahorro está en que se necesitan 2ºC menos de temperatura para alcanzar el confort ambiental. Esto lo convierte en un 20% más económico que un sistema de radiadores por agua. Tiene la ventaja de que se obtiene un calor homogéneo en todos los puntos de la vivienda. No tiene corrientes de aire, ni formación de polvo. Cuando no hay altura suficiente, se puede instalar un sistema mini de 1,5 centímetros de altura.
¿Cuál es entonces el sistema de calefacción que más me conviene? No hay recetas fijas, pero sí elementos que te pueden ayudar a decidir. Uno de ellos es el aporte de calor pasivo que pueda tener tu casa a través de las ventanas; otra, el tipo de materiales con los que has acabado la envolvente. Los dos contribuyen a acumular calor y a que rinda más el sistema de calefacción elegido, por lo que necesita, por ejemplo, menos horas de funcionamiento. Es el caso de los ventanales orientados a sur y los interiores en los que predomina la madera.
Luego, dependiendo del clima, tendrás más datos para decidir si te conviene instalar radiadores, un suelo radiante por agua a baja temperatura o ambos, por ejemplo, en el caso de que se trate de dos o más plantas. El suelo radiante por agua, debido a su inercia térmica, sigue emitiendo calor bastante tiempo después aunque se apague. Por esto en casos de una ganancia pasiva importante o de climas muy húmedos y variables, sería un sistema sobredimensionado.
(vía www.idealista.com)